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Fachada posterior y jardines |
El Palacio aglutina toda la pesadez constructiva en su planta rectangular y un acusado sentido de la horizontalidad arquitectónica con su alzado prismático, típico de las construcciones regionalistas del primer cuarto del siglo XX. Alejado del academicismo imperante en un tiempo en el que las nuevas corrientes arquitectónicas estaban en plena efervescencia en Europa, Ajuria Enea no renunció a elementos palaciegos del siglo XVI ni a piezas medievales que eran comunes en las casas-torres del siglo XV.
No hay más que detenerse para contemplar la armonía que conforma con su entorno, un enclave urbanístico en el centro de Vitoria-Gasteiz repleto de casas aristocráticas y jardines de enorme belleza para el visitante.
Pero, como sus aledaños, la historia de Ajuria Enea también está repleta de encanto. Tras convertirse en la residencia de la familia Ajuria, el edificio fue traspasado en 1966 a la orden religiosa de las Madres Escolapias, quienes la transformaron en un centro de enseñanza. Seis años después, en 1972, fue adquirido por la Diputación Foral de Álava para convertirlo en el museo de arte vasco.
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